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«La economía circular es un concepto ilusorio pero necesario»

El Laboratorio de Ideas sobre Residuos entrevista al Catedrático Antonio Valero y la Doctora Alicia Valero para conocer la relación que estamos estableciendo entre los residuos y recursos, su capacidad para responder a los retos de futuro y comprender, más allá de los discursos convencionales, qué ocurre con la energía que requieren su gestión.

Antonio Valero es Catedrático de la Escuela de Ingeniería y Arquitectura de la Universidad de Zaragoza. Fundador y director del CIRCE, Centro de Investigación de Recursos y Consumos Energéticos. Desarrolla su actividad investigadora, principalmente, en el campo de la eficiencia de los recursos y la energía, la economía circular y la sostenibilidad.  La Doctora Alicia Valero es Ingeniera Química y Máster en Eficiencia Energética y Ecología Industrial. Actualmente es Directora de Área en el CIRCE, centrando sus investigaciones en la evaluación exergética del capital mineral de la Tierra.

¿Pueden introducirnos brevemente en las distintas líneas de trabajo del Instituto Circe, donde ustedes trabajan?

El Instituto Circe es un Instituto mixto de investigadores de Fundación Circe y la Universidad de Zaragoza. Tiene como objetivos trabajar en Energías Renovables, Eficiencia de los Recursos y Sostenibilidad. Está compuesto esencialmente de ingenieros eléctricos, ingenieros térmicos y economistas. Entre sus líneas principales destacan la investigación en energía eólica, fotovoltaica, biomasa, coche eléctrico, eficiencia energética en procesos y en su uso final, eficiencia en el uso del agua, materias primas críticas, suelos fértiles, termoeconomía, impacto social de la energía y economía circular.

En alguna de sus ponencias afirman que el concepto de economía circular no se sostiene y que deberíamos hablar más bien de economía en espiral. ¿Pueden explicarnos por qué? ¿En qué ayudaría esta concepción de la economía?

La Segunda ley de la Termodinámica nos indica la existencia de irreversibilidad de los procesos reales. Cualquier material se degrada espontáneamente, revertirlo cuesta mucha más energía que la que se disipó en esa degradación. Aceptar y evaluar la degradación de todos los procesos es la clave. Y cuando lo hacemos nos damos cuenta de lo alejados que estamos del optimismo político. Es decir, la Economía Circular es un concepto ilusorio, un mito, pero, a pesar de ello necesaria, porque vivimos en una sociedad lineal, basada en usar los recursos naturales y disiparlos cada vez más deprisa.

En realidad, si queremos vivir como lo ha hecho este planeta por millones de años, es necesaria la circularidad de los materiales, de la creación que se ha realizado a costa del Sol que no nos ha faltado nunca. Si reconocemos que no se pueden cerrar los ciclos de los materiales, también podemos reconocer cuán próximos o alejados estamos de la circularidad. Es decir, podemos cuantificar la eficiencia de esos procesos de cierre.

Solo aceptando la espiralidad podemos ver lo alejados que estamos de la idealidad circular. Aceptar la realidad no es renunciar a la utopía.  Así, por ejemplo, podemos evaluar cuántos ciclos se necesitan para degradar definitivamente el papel, el vidrio, las aleaciones, los equipos electrónicos, etc., de tal manera que esta información permite estimular la mejora de los procesos, en vez de dejarnos satisfechos con el primer o segundo ciclo.

Además, una misma cantidad de degradación es tanto más efectiva cuanto menor es el radio de la espiral, es decir, cuanto menor tiempo está en uso un determinado producto. Es la mejor manera de explicar y oponerse a la obsolescencia programada. Los productos deben durar y ser diseñados para ser robustos y resilientes.

Ustedes trabajan, entre otras cosas, sobre las consecuencias que deberá afrontar la humanidad ante el agotamiento de los minerales en la tierra. ¿Pueden predecirnos para cuándo se prevé este agotamiento y qué escenarios nos depara esta situación?

La energía se degrada, pero los materiales se mezclan y se disipan. Salvo pequeñas excepciones este planeta está cerrado en materiales, por ello, siempre podrían ser reciclados y recuperados. Pero como hemos dicho antes, cada vez que disipamos algo, cuesta mucho más recuperarlo. Así que nunca faltarán materiales, lo que faltará será energía para extraerlos. Los depósitos minerales son cada vez menos concentrados en sus minas, pero están ahí. Y si un día los depósitos minerales son menos ricos que nuestros vertederos, haremos minería urbana. Más allá de los problemas ambientales que aparecerán, el colapso llegaría por la economía y la tecnología. Es decir, por no poder afrontar los costes de reposición de los materiales. Pero curiosamente, mientras que las fuentes de energía pueden ser sustituidas unas por otras, los elementos químicos no, en todo caso, algunas de sus aplicaciones. Por ello, puede haber tantos colapsos posibles como elementos químicos, cada uno dependerá de su demanda, de su capacidad para ser sustituido en una determinada aplicación por otro con propiedades parecidas y de su capacidad de ser reciclado.

En otras palabras, predecir el agotamiento de un determinado mineral siempre será una tarea auto-incumplida, pues antes de que ocurra se buscarán formas de sustituirlo, de reciclarlo o de limitar su demanda. El problema será que, si la sociedad no está preparada, como siempre, solo unos pocos tendrán acceso a esa disponibilidad. Para evitar esos colapsos la sociedad debe defenderse buscando soluciones sustitutorias y de reciclado. Es decir, reenfocando la investigación y el desarrollo para prever esos probables colapsos.

Europa carece de muchos minerales clave para el desarrollo productivo ¿Creen ustedes en el desarrollo de los mercados de economía secundaria? ¿Qué criterios deberían seguirse para hacerlos posibles?

Algún día el ser humano deberá vivir de sus residuos, si no queremos vivir en ellos. Negamos la palabra “secundaria”, porque eso es negar la “terciaria, cuaternaria, o, centenaria”. Si diseñamos para durar y para desensamblar; si hacemos que lo viejo traspase la frontera del valor y se convierta en antiguo; si aprendemos a reutilizar, si ponemos impuestos a las materias primas que la Tierra nos da gratis, para restaurar aquello que se ha degradado; si vivimos a la velocidad con que el planeta se regenera por el sol; si repensamos la Economía y la sociedad y pasamos a una Re-Economía en la que reparemos, recuperemos, reutilicemos, reciclemos, regeneremos, reconozcamos, restituyamos, respetemos, revitalicemos, etc, nunca habrá problemas.

No son medidas políticas inmediatas como Vd. pide, sino sociales, cuya acción política está en fomentar la educación, la ética, el respeto a la creación; en intensificar la innovación y la investigación; en alinear las empresas con los intereses de las personas y de la naturaleza¸ así como en cambiar las leyes que favorezcan esas necesidades.

¿Existen iniciativas en torno al desarrollo de mercados de materias primas secundarias a nivel europeo? ¿Destacaría alguna? ¿Cuáles son los obstáculos para poner en marcha este tipo de mercados?  

Estamos demasiado lejos del camino que proponemos.  Existen algunos casos puntuales que suelen surgir por iniciativas empresariales. Desafortunadamente todavía existen muchas barreras. La primera, el desconocimiento. Estamos todavía muy lejos de entender que las materias primas no son infinitas y que es muy probable que pronto veamos restricciones en el suministro de algunas de ellas. Además todavía hay muchos obstáculos normativos que impiden usar residuos como materias primas en procesos industriales. Y claro, están las barreras técnicas y de costes. En las primeras, hay todavía mucho que desarrollar tecnológicamente para lograr que un residuo pueda convertirse en un recurso. Extraer miligramos de oro de un teléfono móvil, por ejemplo, requiere de unos procesos físico-químicos complejos y costosos que impiden su recuperación efectiva a gran escala. Es necesario desarrollar esos procesos pero también aprender a diseñar productos para facilitar la recuperación de todos sus componentes.

Los costes del transporte también suponen una barrera importante. Si un residuo no se encuentra en un radio próximo a donde pueda ser utilizado, nunca será viable. Por eso es importante favorecer la simbiosis industrial, creando ecoparques industriales, donde las empresas, como si de un ecosistema natural se tratara, convierten los residuos en recursos. Probablemente el ecoparque industrial de Kalundborg en Dinamarca es el mejor ejemplo de la viabilidad y rentabilidad de estos sistemas.

En definitiva, se necesita una estrecha colaboración entre 1) empresas, que muestren voluntad en implementar la economía circular, siendo generosos a la hora de compartir información sobre recursos y residuos generados y alcanzando acuerdos con otras empresas para ser receptores o suministradores de residuos; 2) las universidades y centros de investigación, desarrollando tecnologías viables que favorezcan la recuperación de materias primas secundarias y 3) las administraciones, que cambien el concepto de residuo como “problema ambiental” y faciliten de forma efectiva la economía circular.

¿Cómo cree que el “bloqueo verde” de China afectará a estos mercados?

Entendemos por bloqueo verde la campaña del gobierno chino para bloquear las importaciones de desechos ilegales y de baja calidad a través de inspecciones mejoradas de buques portacontenedores.

Si lo que queremos es quitarnos nuestros vertederos, y traspasarlos a otros países, nos parece muy bien que los chinos bloqueen la importación de residuos. De la misma forma deberíamos bloquear la importación de productos irreciclables. El caso de Agbogloshie, en Ghana, es un escándalo. Si queremos exportar residuos, exportemos también la tecnología para reciclarlos.

Han escrito un libro llamado Thanatia… ¿podrían hablarnos brevemente de las ideas principales que desarrollan? ¿Con qué objetivo lo escribieron?

Para entender el concepto de recurso natural, y cómo estos recursos los estamos degradando de una forma totalmente insolente. Como decían los clásicos, todo lo que no es distinción, es confusión. Para distinguir un recurso natural de algo que no lo es, es necesario pensar en un planeta exento de depósitos minerales concentrados y de suelos fértiles; con una atmósfera totalmente contaminada por la combustión de todos los combustibles fósiles; y una hidrosfera en la que el agua disponible sea casi completamente salada. Es decir, la confusión total, que llamamos Thanatia. Es un planeta imaginario en el que la civilización tal como la conocemos hoy no sería posible, sería el final del Antropoceno.

A partir de ella, es posible contrastar, como el blanco sobre el negro, el valor de las cosas que la naturaleza nos da gratis y que llamamos recursos naturales. Es una teoría física basada en la segunda ley de la Termodinámica –todo se destruye espontáneamente hasta alcanzar el equilibrio con lo más degradado–. Esta teoría permite cuantificar la velocidad en que nuestra civilización está destruyendo el Capital Natural del Planeta y repensar claro sobre oscuro, la necesidad de un cambio civilizatorio.

Publicado por

Laboratorio de ideas sobre residuos

Debate de ideas para el sector de la gestión de residuos

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