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La valorización energética, ¿un eslabón necesario?

Planta de valorización energética de residuos

Antes de entrar en materia, es conveniente recordar el escenario en el que nos movemos y al que deberemos dar respuesta en materia de gestión de residuos en España[1]: 30% de reciclaje (incluyendo un 10% de compostaje)[2], 10% de valorización energética y 60% de vertido. Así de simple, así de contundente, así de complicado.

Sin embargo, otros territorios como Dinamarca, Alemania, Suecia o Bélgica muestran indicadores más optimizados, donde la incineración con recuperación de energía se encuentra en línea con el reciclaje y ambas son inversamente proporcionales a las prácticas de vertido. ¿Casualidad? ¿Realidad? Estadísticas admisibles aparte, es evidente una distorsión entre la gestión a la que se someten los residuos en unos y otros Estados Miembros.

En Europa existen más de 400 instalaciones de valorización energética (solamente Francia, Alemania e Italia suman más de 250), con una capacidad anual de combustión media entre 40.000 y 240.000 t, que ha supuesto un incremento de la ratio de incineración en un 84% durante el período 1995-2013.

Conforme a esto, un dato relevante[3] es que las incineradoras que están en funcionamiento en algunas localizaciones como las anteriores, sumarían más capacidad de tratamiento que la cantidad de residuos no reciclables generados en todo el territorio europeo.

Esto ha dado como resultado directo la búsqueda de alternativas que satisfagan esta demanda latente. Así, por un lado, países como Dinamarca u Holanda han primado hasta hace muy poco la incineración de residuos en detrimento de políticas de prevención o recogida selectiva para el reciclaje. Quemar más significaba satisfacer a un coste razonable su demanda eléctrica y calorífica necesaria, bloqueando el espacio a tecnologías más limpias.

Por otro lado, se está registrando un incremento del transporte internacional de residuos para incinerar; ejemplos patentes serían Reino Unido e Irlanda, que están enviando sus residuos a Holanda, o algunas localidades de Italia, que lo habrían hecho hacia Mallorca. Estas operaciones, que estarían vulnerando el principio de proximidad, podrían poner en riesgo la propia aplicación de la jerarquía de gestión de residuos y la consecución de los objetivos particulares por parte de los territorios de expedición. Sin embargo, la conversión de estos residuos en combustibles sólidos recuperados (CSR) de calidad hacia incineradoras o introduciéndolos en instalaciones de coincineración, podría llegar a estar al margen de las anteriores consideraciones, habida cuenta del estudio en curso para su adaptación a fin de condición de residuo.

Por su parte, territorios emergentes como Lituania o Turquía acaban de implementar sus propias instalaciones, incrementando una capacidad de incineración europea que el sector ve como necesaria.

Es decir, un escenario muy desigual, confrontando intereses energéticos con políticas ambientales y sociales. Se hace necesario, pues, fomentar las sinergias necesarias hacia la sostenibilidad común, debiendo considerarse en qué medida ha de fomentarse el traslado o el fortalecimiento de las estructuras nacionales.

Y más importante que lo anterior sería aclarar convenientemente qué papel juega la valorización energética en la jerarquía de residuos, indicándose bajo qué circunstancias estaría justificado apartarse de ella y para qué flujos de residuos.

La situación de España

Desde AEVERSU[4] (Asociación Española de Valorización Energética de RSU) se define como necesario este impulso a la valorización energética, una vez analizada la situación actual y de futuro inmediato.

Si echamos la vista atrás, hace casi 10 años (cuando el índice de incineración no llegaba al 7%) se planificaba la construcción de entre 14 y 17 nuevas plantas para la siguiente década para atender, al menos, al 20% de la basura generada. El esfuerzo a realizar se antojaba difícil, a partir de las 10 instalaciones que estaban entonces (y hoy) en funcionamiento. De hecho, el tema sigue enquistado en la actualidad. Algunos ejemplos:

  • El Plan Integral de Residuos de la Comunidad Valenciana proponía hasta tres incineradoras y en enero de este año se ha dictado una sentencia que ratifica la nulidad del PIR en lo relativo a la construcción y puesta en marcha de incineradoras de residuos, aun a pesar de la situación que presenta la gestión de residuos autonómica.
  • El País Vasco está en trámites para levantar su segunda incineradora, en Zubieta, dada la situación de los vertederos de San Marcos y Lapatx. Tras un primer intento fallido, ahora se retoma el proyecto definitivamente, aunque mientras tanto se ha autorizado el traslado de parte de los residuos de Gipuzkoa a Cantabria.
  • Recientemente, el Cabildo de Tenerife ha decidido aparcar la instalación prevista en el Plan Territorial Especial de Ordenación de Residuos de Tenerife (PTEOR) para apostar por el reciclaje.
  • En Madrid, la controvertida planta de gasificación por plasma prevista para la zona de Alcalá de Henares, que ayudaría a descongestionar Valdemingómez, no llegó a concretarse.
  • Por su parte, en Asturias se han ido sucediendo en los últimos años varios episodios que han llevado a la paralización del expediente para la construcción de la incineradora y a la modificación del Plan Regional de Residuos (PERPA) para buscar otras alternativas.
  • La situación que se ha dado en Mallorca ha sido distinta. Hace unos meses se indicaba que era previsible que para 2016 tuviese que paralizar la actividad de las dos líneas en funcionamiento desde 1997 y mantener únicamente las operativas desde 2011, con capacidad para unas 400.000 t/año. De este modo, sobre una capacidad total de casi 700.000 t/año, la planta vería reducida su actividad de forma drástica. Esto se justificaba por la previsión del incremento de la recogida selectiva para hacer frente al mandato europeo, al margen de la evidente caída de la aportación de residuos en los últimos años. Se entiende que para paliar esta deficiencia (directamente influenciada por las fluctuaciones estacionales) se autorizó la importación de residuos, circunstancia que sigue en discusión actualmente.
  • Por su parte, Galicia cuenta desde el año 2002 con una incineradora que se encuentra sobrepasada (llegó a desviarse a vertedero el excedente de más de 400.000 t/año). El Plan de Xestión autonómico (PXRUG) preveía la incorporación de una segunda instalación que aliviase a Sogama, pero finalmente se decidió ampliar la existente, fomentando la recuperación de materiales y minimizando el vertido. Actualmente, esta modificación se encuentra en proceso de adjudicación, lo que llevará a alcanzar, o superar incluso, las 750.000 t/año. Con este incremento del 35%, se convertiría, con diferencia, en la mayor incineradora estatal y del sur de Europa.

A partir de todo lo anterior, se nos imponen unos objetivos a cumplir en cuatro años y encaminados hacia la preparación para la reutilización y el reciclado, limitación del vertido e incremento de la valorización energética. De esta forma, el Plan Estatal Marco de Residuos (PEMAR) prevé incrementar esta última hasta el 15%, a pesar de que el sector coincide en señalar que se trata de una tasa todavía insuficiente y que la valorización energética contribuirá a disminuir la dependencia exterior del país.

Según datos de AEVERSU, nuestras plantas incineradoras se encontrarían actualmente a un 87% de su capacidad nominal de tratamiento, alcanzando los 2,3 Mt anuales. Las diferencias entre las 10 instalaciones son importantes, tanto en capacidad, como en tecnología utilizada o rendimiento energético. Mientras TIR Cantabria, Zabalgarbi o Sogama estarían sobrepasadas o al límite de capacidad, TIRME o TRARGISA estarían atravesando dificultades de diversa índole que también estarían comprometiendo su servicio.

Es decir, el panorama no parece demasiado favorable para responder al objetivo comentado (alcanzar un potencial de 3 Mt anuales). Pero tal y como señala AEVERSU, si quisiésemos equipararnos a la media europea del 26%, este potencial se situaría en los 5,3 Mt/año. Sin llegar a alcanzar esta cota, imposible a medio plazo, sí parece razonable pensar que si una de las metas es limitar al máximo el vertido, la situación actual permitiría incrementar las tasas de valorización energética mediante el desvío de fracciones de rechazo.

Ahora bien, ese objetivo que marca el PEMAR no se circunscribe al papel que puedan tener las propias incineradoras, sino que permitiría utilizar instalaciones de coincineración. En este sentido, una gran parte de las cementeras de nuestro país contarían con las autorizaciones pertinentes para aplicar residuos como combustible, pese al debate social que este tema suscita. En este marco, se abriría una posibilidad interesante para los CSR, que alcanzando la condición de fin de residuo, se podrían ver como muy atractivos para el sector, al tener que cumplir con unos estándares de calidad concretos. Ahora bien, el co-procesamiento en estas condiciones dejaría de computar en las estadísticas correspondientes a valorización de residuos.

Al hilo de las estadísticas y su estandarización, se encontraría la consideración que se está planteando sobre la contabilidad para el reciclado, posiblemente extensible a otras formas de valorización. De este modo, solo se permitiría contabilizar el 100% de un material a la entrada de proceso cuando la merma que se produzca en el mismo sea menor del 2%. Si esto se llegase a concretar, se podrían tambalear o bien las ratios de incineración, o bien las de recuperación de materiales previamente a la valorización energética.

Eficiencia energética

Otra cuestión importante sería la eficiencia energética de las instalaciones, basada en la optimización del factor R1, en el que influye directamente su localización geográfica y condiciones climáticas locales, en la medida en que repercuten sobre las cantidades de energía que pueden utilizarse o producirse en forma de electricidad, calefacción, refrigeración o vapor. Parece constatarse una relación inversamente proporcional entre temperatura media y rendimiento de las incineradoras, motivo por el cual se ha incorporado un factor de corrección climática a la fórmula para el cálculo de la eficiencia.

En España, distintas instalaciones podrían verse parcialmente beneficiadas, aunque al no aprovechar en absoluto el calor residual originado en el proceso, seguramente no alcanzarían un nivel de eficiencia significativo (situándose en estos momentos en algo más del 20%).

En definitiva, nuestro país se enfrenta a un puzle complicado de resolver en materia de gestión de residuos, pese a que las piezas son conocidas desde hace tiempo, pero cuya resolución es lenta, en este caso, por falta de voluntad y decisión.

Se nos agota el tiempo y hay que trabajar rápido. Debemos dar la vuelta a unas estadísticas que sonrojan y hacer unas cuentas realistas, de acuerdo a una previsión de necesidades ajustada. Un control absoluto del vertido permitiría dinamizar la recuperación y el reciclaje (logrando el ansiado 50% para 2020), pero también dejaría espacio para la valorización energética en las mejores condiciones de operación.

Y si se viese limitado el acceso a esta posibilidad, tal y como se está produciendo en algunos casos, deberán buscarse las vías complementarias precisas, bien posibilitando una coincineración eficiente y/o configurando incluso una estrategia nacional de compensación, donde fuese viable el máximo aprovechamiento de las potencialidades existentes, paliando las carencias actuales de determinados territorios.

Tal y como se desprendía de las conclusiones de la Ponencia de Estudio del Senado sobre residuos, “la valorización energética de residuos pretende ser un eslabón más; no es una solución a todo el problema, pero es un eslabón de la cadena”. La situación actual requeriría inexorablemente de este eslabón.

[1] Según datos Eurostat para España 2013
[2] Un reciente estudio de la Fundación Economía Circular calcula en un 38% la tasa de reciclaje (incluyendo residuos comerciales)
[3] Incineration overcapacity and waste shipping in Europe: the end of the proximity principle?, Fundación ENT, Enero 2013
[4] Estudio sobre los impactos socio-económicos y ambientales de la valorización energética de los residuos urbanos en España y Andorra, julio de 2015

Imagen: http://thecreatorsproject.vice.com/es/blog/una-hermosa-planta-de-produccin-de-energa-a-partir-de-desechos-brilla-en-dinamarca. Tim van de Velde

Publicado por

Laboratorio de ideas sobre residuos

Debate de ideas para el sector de la gestión de residuos

4 thoughts on “La valorización energética, ¿un eslabón necesario?”

  1. Muy interesante el articulo y comparto plenamente que la valorización energetica tiene que dejar de estar demonizada y ser considerada un instrumento más en la gestión de residuos

    Solo dos apuntes marginales.
    -En cuanto a los datos de partida. Tengo dudas de si en ese 30% de reciclaje (incluyendo un 10% de compostaje), reflejan datos de entrada a instalaciones o son realmente cantidades recicladas de salidas de intalaciones descontanto los rechazos.
    -Respecto que el co-procesamiento del CSR, dejaría de computar en las estadísticas correspondientes a valorización de residuos, eso es asi ya que los objetivos perseguidos son para la preparación para la reutilización y el reciclaje pero si ese CSR adquiere la condición de fin de condición de residuo, ¿no sería viable estudiar si puede considerarse reciclado a la luz del artículo 5 de la ley de residuos.
    » Las sustancias u objetos afectados por los apartados anteriores y por sus normas de desarrollo, serán computados como residuos reciclados y valorizados a los efectos del cumplimiento de los objetivos en materia de reciclado y valorización cuando se cumplan los criterios de valorización y reciclado previstos en dichas norma».
    Un saludo

    • Gracias por las aportaciones, Fernando.
      En cuanto a tus cuestiones:
      Las estadísticas oficiales dan esos porcentajes (redondeando), y a pesar de que se pueda considerar un porcentaje mayor (englobando también a los flujos comerciales), el análisis sería el siguiente: según caracterización, la recogida selectiva potencial de EELL+ PC envase + V envase se situaría en unas 6 Mt sobre los casi 22 producidos de residuos municipales. Por otro lado, se reconoce que se habrían reciclado unos 4,2 Mt, coincidente con ese 20% comentado (al margen, compostaje) y los SIG indican que se reciclaron 1,8 Mt de envases domésticos. La diferencia se correspondería con otros materiales. Ciertamente, si los datos SIG se refieren a reciclaje efectivo, quedaría una diferencia importante para otros residuos no envases reciclados, lo que puede llevar a pensar que ese 20% se refiere a datos de entrada a instalaciones de clasificación (aportación bruta).

      En cuanto a la otra consulta, lo que podemos aportar es la información que hemos podido recoger de fuentes públicas. En parte, sería justo que los CSR pudiesen integrar estadísticas de valorización de residuos, aún como EoW, pero por otro lado interpretamos que entonces la condición de fin de residuos, en sí misma, no tendría sentido. De todos modos, es un tema que sin duda dará mucho que debatir.

      Gracias nuevamente!

  2. Enhorabuena por un resumen que refleja sin duda la realidad a la que se enfrenta el sector en la próxima década. Creo que el laboratorio debe dar un paso más y avanzar en el análisis de las razones que nos han conducido a esta situación. Sin este análisis será muy difícil poder cambiar el patrón actual. El artículo apunta de forma genérica a una falta de voluntad en la resolución de los problemas que plantea la gestión de residuos, si esto es así porque hay interés en mantener el statu quo actual.
    A continuación, algunos puntos que pueden ayudarnos a entender porque estamos aquí.
    1) ¿Qué parte de responsabilidad tiene el sector en la situación actual entendido el sector como las compañías prestatarias de servicios de gestión?
    2) ¿Por qué continuamos criminalizando una alternativa de gestión, perfectamente reconocida en la legislación mientras toleramos con complacencia la existencia de infraestructuras que incumplen sistemáticamente la normativa?
    3) ¿Por qué no disponemos de un árbitro reconocido que ayude en la toma de decisiones sobre una particular alternativa de gestión?
    4) ¿Cómo es posible que en 2016 un sector con el peso económico y con tal incidencia ambiental no disponga de un marco de acreditación profesional para la gestión como sucede en nuestro entorno?
    Seguro que hay más, pero la respuesta a estas, creo que nos dará ideas para cambiar la situación que indica el artículo

    • Gracias por tu aportación, Daniel.
      Precisamente, la labor del LIR es aportar luz y reflexión sobre determinados temas, como pueda ser éste, de máximo interés en el marco actual.
      Por nuestra parte, nos mantendremos activos en este sentido y trataremos de aglutinar también la percepción del sector para darle voz. En este sentido, tus comentarios muestran que la preocupación existe y que es factible hacer algo.
      Propones varias cuestiones críticas, que sin duda precisan de un análisis y reflexión adecuadas. Así, proponemos que teniendo como base este foro, podamos discutir distintas cuestiones que sumen activamente. Sería ideal escuchar también las aportaciones de los profesionales vinculados.
      Desde aquí nos comprometemos a dar cobertura y a apoyar (como siempre) el debate abierto.
      Un saludo.

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